Cuba ante un mundo cambiante

27/4/09 Artículo publicado en la Revista Encuentro

Eusebio Mujal-León

Georgetown University

Inamovible e inmutable son palabras que a menudo vienen a la mente cuando se habla de Cuba y su Revolución. Después de 50 años, tras diez presidentes norteamericanos (la decimoprimera administración con Barack Obama acaba de comenzar) y del colapso de la Unión Soviética, la Revolución se muestra inquebrantable. Como para confirmarlo, ahí estaba Raúl Castro el primero de enero de 2009 celebrando el quincuagésimo aniversario, prometiendo que la Revolución resistiría 50 años más.

Pero inamovible e inmutable son adjetivos que describen solamente a los monumentos, no proyectos humanos ni procesos políticos. Sí, la Revolución o, más exactamente, las élites que llegaron al poder en 1959 todavía gobiernan, pero la Cuba de 2009 ya no es la de 1989, ni la de 1959. La caída del Muro de Berlín y la posterior desintegración de la Unión Soviética provocaron un maremoto que transformó a la Revolución y a Cuba. El fin de los subsidios soviéticos trajo consigo la caída del 35-40% del Producto Interno Bruto (PIB) y marcó el comienzo del llamado “período especial en tiempos de paz”. Este cataclismo marcó el punto final del experimento autárquico cubano y obligó al régimen a embarcarse en un proceso lento, irregular y todavía incompleto que dejo atrás las pretensiones de erigir una sociedad comunista y se encaminó hacia la restauración del capitalismo y la reintegración en la economía mundial de la mano de empresas multinacionales y bajo la tutela del Estado y del liderazgo de una tecnocracia militar proto-capitalista . Acompañados por la dolarización, estos cambios han generado incipientes clases sociales, severas desigualdades sociales y regionales, propiciando fuertes flujos de población dentro y para fuera de la isla, y han debilitado significativamente a los logros sociales de la Revolución, especialmente en la educación y la salud publica.

Los años 90 también estuvieron marcados por el inicio de una transición generacional dentro de la cúpula de poder. Tanto Fidel como Raúl Castro impulsaron la incorporación de nuevas generaciones a las más altas instancias del Partido Comunista (PCC) y de las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR). Allí coexistieron en aparente harmonía veteranos de la sierra y jóvenes lobos, los mas significativos de ellos egresados del Equipo de Coordinación y Apoyo al Comandante en Jefe. Por fin en noviembre de 2005 el propio Fidel Castro planteó directamente el tema de su mortalidad e insistio en que la supervivencia de su Revolución dependería de las jóvenes generaciones. A escasos seis meses de este discurso, a finales de julio de 2006, un Fidel Castro gravemente enfermo cedió el poder a su hermano menor.

Mientras que la sucesión se produjo dentro de un marco de gran estabilidad, no cabe duda de que los cambios no han hecho más que empezar. A sus 77 años Raúl Castro es una figura transitoria cuyo destino es presidir el fin del castrismo y abrirle paso a una nueva época. Su desafío está en poner la casa en orden para el día en que tanto su hermano como él hayan desaparecido. Para conseguirlo, Raúl necesita revitalizar una economía moribunda donde la mano muerta del Estado y la correspondiente falta de incentivos a la producción han provocado una severa y permanente crisis. Con aparente voluntad de enfrentar esos problemas, en su discurso del 26 de julio de 2007 Raúl anunció que iba a introducir “cambios estructurales y de concepto” respecto a la economía. Efectivamente se han producido algunos cambios durante los últimos dos años, pero éstos han sido tibios y distan mucho de ser estructurales. Desde mediados del 2008 y probablemente por variadas razones, entre las cuales podrían estar desde los huracanes que azotaron la isla en agosto y septiembre de 2008 hasta posible discrepancias dentro de la cúpula gobernante, ha habido una notable desaceleración en el ritmo de las reformas. Esto no ha impedido la progresiva consolidación de Raúl Castro en el poder y la incorporación de sus más cercanos colaboradores dentro de las FAR y a los veteranos de la sierra a las más elevadas cúpulas del Consejo de Estado y del Buró Político. En este proceso han perdido espacio político tanto los “tecnócratas” como los “talibanes”. El desplazamiento de Carlos Lage y Felipe Pérez Roque ha cortado el paso a representantes de las nuevas generaciones que se perfilaban dentro y fuera del país como sucesores potenciales. Estos cambios de personal y el paralelo reforzamiento de los veteranos confirman la progresiva consolidación de Raúl y auguran un VI Congreso del PCC (convocado para finales de este año) carente de sorpresas. Este reforzamiento de Raúl también se puede entender en clave de política exterior, como un golpe de timón previo al posible inicio de negociaciones con la nueva administración de Barack Obama. Los cambios indican que Raúl refuerza posición a la vez que confirman tanto la transitoriedad de su liderazgo como que su delicada tarea es precisamente presidir sobre el final de la era castrista en Cuba.

Así pues, lejos de inamovible e inmutable, la sociedad y política cubana llevan tiempo dando pruebas de efervescencia y potencial de cambio. Se está gestando un nuevo régimen en Cuba. Lo que no sabemos es cuál será el alcance de los cambios y cuáles serán las características del nuevo régimen después de que los Castro (y la generación de la sierra) pasen a la Historia. En un trabajo anterior, he analizado algunos de los factores internos que condicionan este cambio . Aquí, sin embargo, me gustaría analizar cuál es el impacto del actual contexto internacional sobre la posible evolución de la política dentro de la Isla?

Comenzamos con una paradoja evidente. Cuba continúa siendo la única dictadura ostensible de América Latina. Así fue mientras gobernó Fidel Castro y, con algunos retoques y excepciones, así continúa siéndolo con su hermano Raúl al mando. Ha habido algunos cambios, entre ellos una mayor disposición por parte de los medios de comunicación (especialmente Juventud Rebelde) de informar sobre agudos problemas sociales y económicos, pero en resumidas cuentas se mantiene un régimen unipartidista con una extensa red de mecanismos de control ejercidos por el Estado sobre la sociedad. En Cuba no existe ni libertad de expresión, ni sistema judicial independiente, ni estado de derecho; la sociedad es débil y esta desorganizada; y los disidentes son presionados, reprimidos y/o encarcelados. La situación cubana contrasta visiblemente con la de otros países de la región. En casi toda Latinoamérica, incluso en aquellos países donde los movimientos populistas de izquierda han asumido el poder, se está dando un intenso debate político, se producen manifestaciones y contramanifestaciones, y la democracia, con todos sus problemas, vibra y se consolida. Sin embargo, estando la Cuba autocrática en un mar de democracias, cómo es posible que esté menos aislada (política y económicamente) que en cualquier momento desde 1959. ¿Qué ha ocurrido?

Diversos factores han contribuido a esta situación. El primero es el agotamiento de la política norteamericana hacia Cuba y la perspectiva que ésta va a cambiar con la nueva administración de Barack Obama. Muchos analistas han atribuido el mantenimiento de una política de hostigamiento al régimen cubano a la capacidad del exilio cubano e interpretan los posibles cambios fundamentalmente en función del debilitamiento y/o evolución de este grupo. Evidentemente algo de eso hay, pero sin menospreciar la evidente importancia de la Florida en los cálculos electorales norteamericanos, existen otros factores de peso que explican la continuidad de la política norteamericana hacia Cuba. En primer lugar es importante precisar que, a lo largo del tiempo, no ha habido una sola política de los EE.UU. hacia Cuba, sino varias y solapadas. Aunque el objetivo central de esa política ha sido mermar el proyecto revolucionario de Fidel castro, siempre han coexistido diversos planteos y políticas al respecto. El propio embargo nos lo demuestra. Nunca ha sido total y, aun hoy, justo al haber terminado la administración de George W. Bush, los EE.UU. son el quinto socio comercial de Cuba y en el último año empresas norteamericanas vendieron más de USD $700 millones en productos agrícolas a la Isla. El embargo ha tenido un impacto real sobre Cuba, poniéndole muchas trabas al comercio e impidiendo inversiones norteamericanas, a la vez que añade adicionales costos de transporte al comercio cubano. Pero su existencia no explica, ni determina la falta de eficiencia y de productividad de la economia cubano. La culpa radica en el modelo estatista y el clientelismo que impera en Cuba. El conjunto político que se denomina el embargo norteamericano es producto de la interacción de diversos grupos de presión y puntos de vista, algo muy propio de una sociedad donde la política es producto de la transacción y negociación. Para algunos el embargo ha sido un instrumento para provocar cambios políticos en Cuba. Para otros su objetivo ha sido más pasivo, la contención del castrismo. Y para otros el propósito del embargo ha sido elevar el costo del proyecto revolucionario cubano (en su momento definido por la encomienda del Che Guevara de “crear un, dos, tres Vietnams”) a tal punto que no resultara atractivo para el resto del Hemisferio ir por ese sendero. El embargo también ha sido un punto de confluencia entre los que propugnan una política exterior “realista” y otros que insisten en la importancia de ser solidarios con los que luchan en pro de valores democráticos y los derechos humanos. Con el fin de la Guerra Fría la importancia estratégica de Cuba disminuyo significativamente y Cuba perdió mucha de su “peligrosidad”. Ya no representaba un modelo “realizable” para el resto de Latinoamérica, ni tenia los apoyos para pretenderlo. Ni la guerrilla era relevante como instrumento para llegar al poder, ni el Hombre Nuevo ni la realización del Comunismo representaba una esperanza de futuro. Las propias políticas que el gobierno cubano introdujo para asegurar su sobrevivencia (la reintroducción del capitalismo, la normalizaron de sus relaciones exteriores, y su reintegración a la economía mundial) no hicieron más que confirmar el cambio de situación. Pero aquí está la otra cara de la moneda. Si bien Cuba tuvo que asumir las consecuencias de su error al atar su destino al comunismo y a la URSS, ese desacierto no logro desbancar a la cúpula dirigente. Bajo estas circunstancias no le ha sido fácil a sucesivos gobiernos norteamericanos convencer a sus aliados y amigos de que una estrategia de aislamiento y presión externa fuera la mejor opción para lograr una apertura en Cuba. A estas consideraciones se debería de agregar que la influencia norteamericana en muchas partes del mundo (incluyendo Latinoamérica) se ha visto reducida en los últimos anos, no solamente, ni quizás primordialmente por un incremento del antiamericanismo, sino porque el mundo que ha surgido es mucho mas multi-polar y globalizado que anteriormente.

El segundo factor reside en la disminuida importancia de la Unión Europea (UE) como actor de peso en el tema cubano. EE.UU. y la UE siempre tuvieron documentadas diferencias respecto a Cuba, pero nunca se considero fuera de lo posible que al final del día los aliados transatlánticos lograran alguna fórmula de coordinación y colaboración, una especie de distribución de tareas entre policía malo y policía bueno en su política hacia La Habana. El zenit del compromiso y la influencia de Europa respecto a Cuba probablemente ocurrió a mediados de los años 90, cuando el gobierno de Felipe González intentó convencer a Fidel Castro de que, ante la debacle económica provocada por la desintegración de la Unión Soviética, debería realizar profundas reformas económicas y políticas. Las distintas visitas de Carlos Solchaga y Manuel Marín no tuvieron el deseado efecto y el ciclo de aproximación se cerró cuando el líder cubano emitió la orden de derribar los aviones de Hermanos al Rescate en abril de 1996, hecho que coincidió con el arresto en La Habana de los participantes en Concilio Cubano y la aprobación de la Ley Helms-Burton poco después. Llegado este punto, tras haber superado lo peor de la crisis, Castro se atrincheró de nuevo y desde ese entonces mostró poco interés en lo que decía o opinaba España o la Unión Europea. Ya en marzo-abril 2003, rechazó de pleno la solicitud de clemencia del Papa Juan Pablo II para los tres hombres que habían secuestrado una embarcación y fueron sentenciados a pena de muerte; y se mantuvo impasible frente a las críticas sobre los arrestos y las largas sentencias dictadas contra los 75 disidentes y periodistas independientes.. En los últimos años se ha desarrollado la “Posición Común” de la UE , pero lo más notable es la falta de unidad que ésta refleja. Con las palpables divisiones internas y con cada país haciendo más bien lo que le conviene, no sorprende que la postura europea haya tenido poco efecto sobre las autoridades cubanas.

Existe una tercera razón que explica por qué ha disminuido el aislamiento internacional de Cuba. Ya hemos insistido respecto el impacto de la mermada influencia norteamericana y la disminuida capacidad de la Unión Europea. Estos factores han coincidido con el surgimiento de un mundo mucho más multi-polar . Este fenómeno es palpable en América Latina, donde potencias extra-regionales y regionales han elevado su perfil y profundizado sus vínculos con Cuba.

Hay tres actores extra-regionales—China, Rusia y, en menor grado, Irán— que han pisado en Latinoamérica en los últimos años. El primer y quizás menos importante de ellos sea Irán. Su entrada en el Hemisferio refleja la verdad eterna del viejo adagio “el enemigo de mi enemigo es mi amigo”. A pesar de los obstáculos culturales y lingüísticos, Irán ha desarrollado vínculos crecientemente estrechos con Venezuela y Cuba. Las relaciones con La Habana se intensificaron después de la elección de Mahmoud Ahmadinejad como presidente de Irán en el 2005. A partir de esa fecha Cuba ha recibido más de USD $1,000 millones en créditos iraníes y ampliado su comercio con este país a más de USD $300 millones en el 2007. Los dos países también han anunciado su intención de desarrollar un puente marítimo que sirva de base para la ampliación del comercio. Dentro del Movimiento de los No Alineados (cuya presidencia Cuba ostento en el 2007), La Habana ha sido un fiel aliado de Irán, fuertemente criticando la política norteamericana hacia ese país islámico y apoyando el derecho de Irán a desarrollar “con fines pacíficos” su programa nuclear.

Como buscando los tiempos perdidos Rusia está de regreso. Las visitas del presidente Dmitri Medvédev a Cuba, Venezuela, y otros países en noviembre de 2008, así como los acuerdos alcanzados con Venezuela en materias de petróleo y armamento demuestran su voluntad de establecer posición. No están claros cuales son los objetivos que animan a los rusos en su reentrada. Probablemente no tienen ni la capacidad ni la voluntad de convertirse en auténticos rivales de los EE.UU. Por un lado la vertiginosa caída de los precios del petróleo y la crisis financiera mundial limitan su capacidad de acción. También es probable que el Kremlin haya tenido una exagerada percepción de cuánto molestaría a los EE. UU. el envío de sus flotillas navales y la realización de maniobras conjuntas con Venezuela en el Caribe. Mas probablemente Rusia este enfocando su retorno a Latinoamérica y la renovación de su relación con Cuba (Raúl Castro también visito Moscú en enero del 2009 buscando créditos y ampliado comercio) desde la perspectiva de una “gran potencia” con el objetivo de lograr un mayor equilibrio con los EE.UU. y negociar tanto la presencia del sistema antimisiles en Europa Oriental como los vínculos que los norteamericanos han desarrollado con las antiguas repúblicas soviéticas. Cuba apoyo a Rusia durante su breve conflicto con Georgia en agosto del 2008, aunque no llego tan lejos como Nicaragua que reconoció diplomáticamente a Ossetia del Sur y Abkhazia. En todo caso no debería sorprender si, en un futuro próximo, Cuba permitiera que Rusia aterrizara sus bombarderos de largo alcance, permitiera que se reanudara en Lourdes (o algún lugar parecido) una base vigilancia electrónica para captar las telecomunicaciones en los EE.UU., o le concediera a Moscú importantes zonas de explotación de petróleo en las costas cubanas.

China ha sido la potencia extra-regional de más peso que haya entrado en América Latina en los últimos años, y su presencia ha desempeñado un papel importante en reducir el aislamiento de Cuba. Ya es rutinario subrayar el ascenso de China en la arena internacional. Hoy en día China es uno de los motores de la economía internacional. Su comercio exterior ha aumentado cien veces desde 1978, hasta alcanzar USD $55.780.825 millones entre enero y octubre de 2008. Su fuerte nivel de integración en la economía mundial se refleja en que el comercio representa casi la mitad de su PIB. China representa la tercera economía más importante del mundo (por encima de Alemania, y debajo de EE. UU. y Japón), el segundo mayor exportador del mundo (sólo superado por Alemania), y el tercer mayor importador (tras EE. UU. y Alemania). En su voraz búsqueda de productos primarios, especialmente de granos y metales, China se ha convertido en el socio más importante de muchos países latinoamericanos, y su comercio con la región superó los USD $100.000 millones en 2007.

China ocupa un lugar especial en las relaciones con Cuba. Constituye su segundo socio comercial (detrás de Venezuela), con un comercio bilateral de cerca de USD $2.600 millones en 2007, e importa unas 400.000 toneladas de azúcar al año, así como cerca de la mitad de la producción de níquel cubano . También ha realizado importantes inversiones en la minería (níquel), la exploración de petróleo en el mar, y la biotecnología. Las relaciones políticas entre ambos países han sufrido muchos altibajos desde 1959, pero han mejorado significativamente en la última década. Fidel Castro realizó una visita en 2003, durante la cual expresó una mezcla de sorpresa y desilusión por lo que consideraba la restauración del capitalismo en China. Raúl Castro siempre ha manifestado un mucho mayor interés por las reformas chinas y se paso un mes entero (noviembre de 1997) recopilando información y estudiando las reformas en ese país. No obstante, desde asumir el poder, Raúl ha sido muy cauteloso y las reformas que ha implementado son una tímida copia de lo hecho en China. Entre los motivos de su reticencia podría estar el miedo a emprender cambios que podrían llevarle a perder el control de la situación, al estilo de Tien An Men (1989) pero en clave cubana. Evidentemente China goza de una situación geopolítica distinta y más favorable de la cubana. No solamente está lejos de los EE.UU. sino que cuenta con una civilización y cultura propia y distinta, quizás menos susceptible a la penetración cultural y política. A pesar de 50 años de Revolución, Cuba nunca ha dejado de pertenecer al espacio cultural y social (y también político) de Occidente, como bien lo reflejan los patrones cubanos de migración y consumo. En cualquier caso, Cuba y China mantienen intensas relaciones de comercio y colaboración en múltiples áreas, incluyendo el desarrollo de mecanismos para controlar el Internet. Poco a poco, sin desafiar directamente a los EE.UU. quien es el principal comprador de sus exportaciones, China ha intensificado sus vínculos con Cuba. El presidente Ziang Zemin visitó la Isla en abril de 2001 y el presidente Hu Jintao hizo lo mismo primero en noviembre de 2004 y más recientemente en 2008 . Durante su última visita, Jintao subrayó el carácter político e ideológico de las relaciones al ofrecer “sinceros votos por que el pueblo cubano consiga nuevos avances en la construcción del socialismo” .

Es probablemente en relación a los países latinoamericanos donde más visiblemente se puede observar el reducido aislamiento de Cuba. Hasta cierto punto esto no debería sorprender. Por un lado Cuba lleva ya mucho tiempo intentando normalizar las relaciones con sus vecinos y siempre se ha beneficiado, más allá de la llamada izquierda progresista, de la simpatía de quienes Cuba es un David criollo luchando contra el Goliat del Norte. Otros sectores (incluyendo gobiernos) han apoyado a Cuba bien para lucir sus credenciales nacionalistas o para ahorrarse problemas con sectores más radicales dentro de sus propios países. Estos patrones históricos siguen vigentes, pero no explican enteramente la situación actual y la oleada de visitas presidenciales a La Habana en el último ano. Que ha ocurrido? Hay diversas explicaciones. En primer lugar ni la guerrilla como estrategia para llegar al poder, ni el Comunismo y la construcción del Hombre Nuevo tienen relevancia alguna hoy en día. El modelo cubano ya no es “realizable”, y desde la desintegración de la URSS Cuba ya no representa amenaza para la estabilidad de los países hemisféricos. No obstante, todavía existe el simbolismo de la Revolución, y un peregrinaje a la Habana (con la correspondiente fotografía con Fidel Castro) forma parte de un imaginario nostálgico. Otro factor que ha promovido la normalización de relaciones con Cuba ha sido la expectativa de que una nueva administración norteamericana pronto haría lo mismo, y ante tal eventualidad sería muy preferible anticipar la acción norteamericana que ir a su remolque. Por último están los gobiernos (e inversores) de varios países que se están posicionando en anticipación de posible cambios en la Isla y la perspectiva de que Cuba sirva como plataforma de exportación a los EE.UU.

Los tres grandes países de la región (Brasil, Venezuela y México) han promovido un acercamiento con La Habana. Tanto Brasil como Venezuela poseen fuertes ambiciones de liderazgo regional, y sus políticas hacia Cuba se ubican dentro de ese imperativo. Para Chávez, Fidel Castro y la Revolución cubana son su norte polar, y su ambición es convertirse en el “máximo líder” de ese proyecto revolucionario que él denomina el socialismo del Siglo XXI. Chávez y Venezuela le ofrecen a Cuba el marco protector de la Alianza Bolivariana de las Américas (ALBA) y se han convertido el nuevo salvavidas de la Revolución Cubana. Venezuela es el principal socio comercial de Cuba, suministrándole un subsidio neto anual que algunos expertos calculan puede situarse en unos mil millones de dólares . Cuba recibe de Venezuela más de 90.000 barriles de crudo al día, lo cual represento entre USD $3.000-$4.000 millones de dólares en 2007 , y esto sólo en petróleo y productos derivados. El gobierno cubano ha firmado más de 300 acuerdos de cooperación con bancos venezolanos para financiar proyectos de agricultura y manufactura. El flujo comercial entre los dos países es elevado. Aunque resulta difícil dar con las cifras reales, guardadas celosamente, ya en 2006 Fidel Castro calculaba que estos vínculos equivalían aproximadamente a USD $7.000 millones de dólares , cifra que indudablemente se ha incrementado. Cuba no posee efectivo para pagar estas inyecciones de ayudas, inversiones y comercio, y por lo tanto compensa la generosidad venezolana suministrando más de 30.000 médicos y otros tipos de personal. Además Cuba le proporciona entrenamiento tanto a las fuerzas armadas como a los cuerpos de seguridad venezolanos. Cuba también le aporta legitimidad al proyecto chavista. Altamente agradecido a Chávez y Venezuela por toda la ayuda prestada, el gobierno cubano tiene que cuidarse ante esta nueva dependencia, ya que si Chávez tuviera un serio tropiezo político, Cuba quedaría en la estacada, como sucedió tras la desintegración de la Unión Soviética.

Brasil es otro país que se ha convertido en un actor político de peso en relación a Cuba. Con la décima economía más importante del mundo (por encima de Rusia e India) y un PIB que supera los USD $1.500 trillones de dólares (más de la mitad del PIB de toda Sudamérica), Brasil es una potencia mundial emergente, como puede observarse en el papel que ha desempeñado en numerosos foros (incluyendo el G-20, el G-77 y el G-8+5), así como dentro de la emergente arquitectura regional latinoamericana. Constituye uno de los pocos países de América Latina con un proyecto país lo suficientemente fuerte y las élites e instituciones necesarias para poner en práctica un proyecto de desarrollo nacional. Al afirmar su liderazgo, Brasil se ha convertido en un claro rival de Venezuela . Mientras Chávez utiliza un discurso nacionalista contra los EEUU y adopta una estrategia económica basada en la exportación de productos primarios (léase petróleo), Brasil busca su integración en el mercado internacional y la apertura para sus productos en los mercados de los países industrializados avanzados.

El presidente Lula realizó su primera visita a Cuba en septiembre de 2003, pero no fue hasta una segunda visita en enero de 2008, poco después del traspaso de poder a Raúl Castro, decidió impulsar decisivamente las relaciones, declarando su deseo de que Brasil se convirtiera en el principal socio comercial de Cuba. A lo largo del año pasado, ambos países han firmado numerosos acuerdos, de los cuales, los más importantes se centran en la modernización de la industria azucarera cubana, el sector de la biotecnología y la exploración de crudo en las costas cubanas. Brasil percibe en su política hacia Cuba una oportunidad para ejercer el liderazgo regional, mientras consolida posición en un país que podría eventualmente servir de plataforma para exportar a los EE. UU. Brasil aboga por el levantamiento del embargo norteamericano sobre Cuba y una nueva política estadounidense hacia Latinoamérica, pero como demostró Lula durante su reunión con el presidente Obama en marzo 2009, Brasil no tiene una postura hostigadora con los EE.UU, sino más bien está negociando para convertirse en un importante socio de este último país, especialmente en temas energéticos. No está enteramente claro cuál es el rol al que aspira jugar Brasil en el contencioso cubano-norteamericano., si bien el de mero facilitador o algo más ambicioso. Varias cosas pueden estar en juego relacionadas con la política brasileña hacia Cuba. Un éxito en este terreno podría favorecer un acuerdo sobre temas más estratégicamente importantes con los EE.UU. y también incidir positivamente en su creciente rivalidad con Venezuela. Incluso es posible que la política brasileña contribuya a que el gobierno cubano disminuya la intensidad de sus vínculos con Venezuela.

Si bien es verdad que Venezuela le ofrece salvavidas del petróleo a La Habana y Chávez se presenta como el heredero ideológico natural de Fidel Castro, la relación con Brasil le brinda otras ventajas al gobierno cubano. Entre ellos está la diversificación de sus relaciones y la oportunidad de desarrollar los vínculos con un jugador internacional más relevante, con el peso suficiente para llevar a Cuba a “clubes” a los que, de lo contrario, no sería invitada. Este “poder blando” brasileño nunca fue más evidente que en diciembre de 2008 cuando el presidente Lula da Silva simultáneamente presidio cuatro cumbres (incluyendo la reunión del Grupo de Río) y anunció la creación de varios organismos (incluyendo el Consejo Sudamericano de Defensa y el Consejo Sudamericano de la Salud) y la organización de una próxima Cumbre de América Latina y el Caribe (CALC). Ninguna de estas reuniones incluyó a los EE. UU., Canadá o representantes o estado miembros de la Unión Europea . La cumbre del Grupo de Río marcó la ocasión para el regreso de Cuba a un organismo hemisférico importante y efectivamente puso sobre el tapete la readmisión de Cuba en la Organización de los Estados Americanos (OEA).

La prueba definitiva de que se ha reducido el aislamiento de Cuba ha sido el mejoramiento de sus relaciones con México, país íntimamente ligado a EE. UU. y cuyo presidente, Felipe Calderón, fue el primer jefe de estado extranjero en reunirse con el nuevo presidente Barack Obama. Las relaciones bilaterales con Cuba tocaron fondo durante el gobierno de su antecesor, Vicente Fox, pero han mejorado significativamente con Calderón. Si bien Calderón no ha querido ser la excepción en el giro rotundo de los países hemisféricos en relación con Cuba, su principal motivación para normalizar las relaciones ha reflejado el deseo de su gobierno para controlar el flujo de la inmigración ilegal cubana. Esta ha aumentado sensiblemente en los últimos años. La creciente eficacia de la Guardia Costera norteamericana en impedir el desembarco de balseros y otros inmigrantes en los EE. UU. Ha desviado casi la totalidad de este tráfico hacia México. Esto ha significando un incremento notable en el número de inmigrantes ilegales cubanos, algo confirmado por el elevado número de personas (cerca de 11.000) detenidas en México en 2007 mientras intentaban llegar a los EE. UU. Impulsando al gobierno mexicano en su ánimo de resolver este tema está la vinculación de esta inmigración ilegal con violentos cárteles de la droga y tráfico humano.

El declive de la influencia de EE. UU. en América Latina, el papel cada vez mayor de potencias regionales y extra-regionales, el movimiento más generalizado por parte de los gobiernos latinoamericanos de normalizar las relaciones con La Habana – todas estas tendencias han reducido sensiblemente el aislamiento cubano a nivel hemisférico e internacional. Al mismo tiempo el gobierno y el régimen cubano siguen retados ante su incapacidad de resolver la profunda y permanente crisis económica. Esta crisis es sistémica, ya que ni créditos ni inversiones extranjeras han logrado resolver la atrofia productiva de la economía cubana. Hay quienes piensan que de confirmarse las noticias de grandes yacimientos petroleros cerca de las costas cubanas esto resolvería de manera definitiva la permanente vulnerabilidad económica del país. Es posible pero dudoso, y ahí tenemos la experiencia de muchas otras petro-economías pero la experiencia de otras petro-economías. El economista Pedro Monreal ha comentado que es necesaria “una vasta y profunda reestructuración que ponga ‘patas arriba’ el estado de cosas existente” , pero no existe mucha evidencia de que Raúl Castro tenga la intención de emprender una tarea de tal envergadura. El segundo desafío que enfrentan los gobernantes en la Isla es político. Se ha producido una sucesión exitosa, pero quiérase o no, Cuba está inmersa en otros procesos de cambio mucho más profundos, entre ellos que se está aproximando el final del castrismo. Es un proceso largo y tortuoso, pero no hay duda de que cuando los dos hermanos (y la generación de la sierra) hayan desaparecido del escenario difícilmente se mantendrá la situación actual y el estilo castrista de llevar la política como si fuera “la guerra por otros medios”. Surgirá un nuevo equilibrio entre los sectores en el poder y entre las FAR y el Partido Comunista, se harán patentes discrepancias sobre las políticas a seguir y, quizás, hasta puede que la política se “normalice”. La integración de Cuba en América Latina y una postura norteamericana menos hostil (abundaré sobre esto más adelante) podrían alentar estas tendencias.

No sabemos con exactitud cuál será el ritmo y el eventual alcance de los cambios en Cuba, pero sí que se están larvando. ¿Qué papel desempeñaran los actores externos y en particular los EE.UU. en este proceso? Este será el tema que nos ocupara en las últimas páginas de este ensayo. Empezamos con algunas observaciones sobre lo que está en juego y cuál será el verdadero motor de los cambios. Algo más de cien años después de su independencia formal y 50 años después de la Revolución que se propuso romper con el pasado, la nación cubana no ha sabido cómo realizar un modelo de desarrollo integral que asegure el consenso nacional, en el contexto de una sociedad inclusiva con mecanismos que generen riqueza económica y otros que aseguren su distribución equitativa, al mismo tiempo que se respetan los derechos y las libertades personales. Ninguno de los regímenes políticos que Cuba ha conocido en su historia (antes o después de 1959) ha sabido establecer los equilibrios que permitan la realización de este sueño. La verdadera construcción de un país, de una comunidad nacional integrada y no excluyente sigue siendo la gran asignatura pendiente de Cuba. En esa empresa los actores externos tienen un rol más bien limitado. Su tarea, por así decirlo, es facilitar las circunstancias que permitan que Cuba sea Cuba, que sean los cubanos los arquitectos de su propio futuro. En ese sentido el futuro y la dirección de los cambios esta y debería estar fundamentalmente en manos de los cubanos que viven y han vivido en la Isla. Son ellos los que han vivido con particular intensidad los últimos cincuentas años de historia nacional. Más que nadie son ellos los que saben lo que funciona y lo que no funciona en la Cuba de hoy, qué se debería mantener y que cambiar. Ellos son los que tendrán que soportar, para bien y para mal, las consecuencias de las decisiones tomadas y de los cambios producidos. De la misma manera será su participación y adhesión a cualquier proceso de cambio lo que le dará legitimidad y sustento a este.

La (aparente) inmovilidad e inmutabilidad tanto del régimen cubano como de la política norteamericana hacia la Isla contrastan con los vientos de cambio que atraviesan en el mundo. Entre estos vientos esta la llegada de la administración de Barack Obama al poder y el impulso dado por el nuevo presidente para revisar la política hacia Cuba. Aun cuando la importancia del tema cubano no puede compararse con los grandes desafíos que su gobierno enfrenta en distintas partes del mundo, las decisiones de Obama respecto a Cuba nos darán una buena idea de cuáles son sus prioridades. Por ejemplo, su política hacia Cuba nos indicara la importancia de la “promoción de la democracia” en la política exterior y los instrumentos escogidos para llevarlo adelante. Este debate se está dando en la capital norteamericana en la actualidad. Para algunos no es más que una nueva edición de la eterna disputa entre “realistas” e “idealistas” dentro de la elite norteamericana, entre las visiones de un Henry Kissinger y las de Woodrow Wilson. Efectivamente algo de eso hay. Pero también está claro que, en estos momentos de crisis y transformación internacional, las elites y la sociedad norteamericana están debatiendo como adaptarse a un mundo crecientemente multipolar y la estrategia a adoptar para mejor defender sus ideas y valores en un mundo donde el poder norteamericano ha disminuido y el numero de autocracias consolidadas y con significativo peso internacional ha aumentado. Como responde la administración Obama al tema cubano también nos dará una idea de cómo pretende ejercer EE.UU. su liderazgo en el Hemisferio. Así mismo, aunque Cuba no tenga la misma importancia que hace dos o tres décadas, lo que ocurra en la Isla, tanto el tipo de gobierno que surja en el post-castrismo como el papel que jueguen los EE.UU. en esa evolución, repercutirá a nivel continental. Algo parecido ocurre con el tema de la democracia. Que al tratar el tema cubano muchos de los países latinoamericanos se hayan olvidado de la Declaración de Santiago (1991) con su imperativo de “promover la democracia representativa como condición indispensable para la estabilidad, la paz y el desarrollo de la región” o de la Carta Democrática Interamericana (2001) el cual en su Artículo 1 insiste que “Los pueblos de América tienen derecho a la democracia y sus gobiernos la obligación de promoverla y defenderla” – esto no quiere decir que la democracia se haya convertido en un tema menor. El tema es como mejor promover e impulsar su realización.

Durante su campaña presidencial, Barack Obama prometió levantar las restricciones a los viajes de familiares y las remesas impuestas por la administración Bush. Poco después de su elección dijo que levantaría el embargo si el régimen cubano “begins opening Cuba to meaningful democratic change,” y días antes de asumir el poder que estaba “abierto” a “conversaciones” con Cuba si La Habana también estuviera “dispuesta a desarrollar seriamente las libertades personales”. En lo que claramente fue un intento de sentar posición ante el posible inicio de conversaciones con el gobierno cubano, la futura Secretaria de Estado Hillary Clinton fue más explícita. En unas declaraciones que valen ser citadas en su totalidad dijo: “Nuestra política se enfoca principalmente en la libertad del pueblo cubano y llevar la democracia a la isla de Cuba….Esperamos que el régimen en Cuba, tanto Fidel como Raúl Castro, verán a esta administración como una oportunidad de variar algunas de sus típicas actitudes. Suelten a esos presos políticos. Estén dispuestos a abrir la economía y levantar algunas de las restricciones opresivas sobre el pueblo de Cuba. Y pienso que (así) verían que existe una oportunidad que podría ser explotada”

No sabemos cómo estas palabras —que combinan una reiteración de principios pero no reclaman un cambio de régimen e incluyen una clara oferta de negociación — han sido interpretadas y recibidas por las autoridades cubanas, pero es de suponer que los dos gobiernos han estado en contacto directo o a través de discretos terceros como podrían ser los gobiernos de Brasil, España, o el mismo Vaticano. Han habido algunas evaluaciones públicas por parte de las autoridades cubanas. “(Obama) ha levantado esperanzas excesivas… (pero) es un hombre honesto… (no obstante) un hombre sincero no puede cambiar los destinos de un país” dijo Raúl Castro y ofreció reunirse con Obama en cualquier lugar, ofreciendo Guantanamo como zona neutral . Fidel Castro también ha ofrecido sus apreciaciones, alternando entre el sarcasmo y la conciliación . Cabrían dos observaciones. Primero, que las autoridades cubanas reconocen en Barack Obama un contrincante complicado, quizás el más difícil de los presidentes norteamericanos con los cuales les ha tocado interactuar. En primer lugar esta su credibilidad personal y su historial de vida. Es una cara fresca que hizo del cambio su mantra política. Esto resuena (quizás no en los noticieros oficiales pero si por vía de radio bemba) ante una sociedad que ha vivido asfixiada por la revolución permanente, pero donde nunca cambia nada y los mismos de siempre están en el poder. También resuena que Obama no es hijo de papá, de privilegio, y que el tener un padre africano no le ha impedido llegar a la Casa Blanca. Tampoco pasara desapercibido entre muchos cubanos el hecho que en su país los principales líderes son blancos cuando la gran mayoría de la población es negra o mulata. Obama también es peligroso porque representa un cambio de actitud por parte de los EE.UU. No abandona los principios, pero si propone dialogo. “(E)stamos dispuestos a tender la mano si ustedes abren el puño” dijo cuando tomo posesión, lo cual es una postura que le mueve el piso a todos que prefieren ver sus posiciones fortalecidas y reforzadas por el conflicto y la confrontación.

Estamos todavía al inicio de la presidencia de Barack Obama. Sin duda el presidente y sus principales asesores entienden que el tema cubano, aparte de ser complicado y por tener aspectos tanto de política exterior como de política interna, es altamente combustible, que no ha habido presidente estadounidense desde el 1959 que no se haya quemado con el tema. A este andar histórico hay que sumarle la cautela que parece ser característica del nuevo presidente. Todo esto indicaría que el gobierno de Obama entiende que el nudo gordiano cubano no se va a resolver ni con la rapidez ni con la contundencia del relato apócrifo. Refiriéndose a las reformas económicas pero en un comentario fácilmente extensible a la situación del régimen, el jefe de inteligencia norteamericana, el Almirante Dennis Blair, expreso el punto de partida de la Administración: “Con casi entera seguridad Raúl Castro continuara avanzando cautelosamente…con el propósito de mantener el consenso dentro de la elite y de prevenir que las expectativas publicas se eleven mas allá de lo que él quiere o puede entregar”.

Bajo las circunstancias actuales y tomando en cuenta que los veteranos de la sierra todavía mandan, está bastante claro que el régimen cubano no tiene el menor interés en avanzar por el sendero de la democracia. Es altamente improbable los dirigentes cubanos estén a favor de un pleno levantamiento del embargo, ya que esa opción podría conllevar elevados costes. No es por nada que Fidel Castro siempre se ha opuesta y al final del día ha frustrado intentos de normalizar las relaciones y levantar el embargo. El régimen las tiene consigo en lo que respecta al poder político. Dada su capacidad de control, la flaqueza de una disidencia que no llega a ser oposición, el apoyo activo de una parte de la población, y el miedo que otra parte le tiene al cambio, el poder político del régimen está intacto. A la vez el régimen si enfrenta dos crisis cada una de gran envergadura. Una es económica mientras que la otra es social y se relaciona con la inmigración. Raúl Castro reconoce la magnitud de la crisis económica, aunque quizás no esté dispuesto en ir demasiado lejos en levantar la mano muerta del Estado y ve mucho menos riesgosa la estrategia de revitalizar la económica atrayendo capital, inversiones, y créditos extranjeros. De ahí la enorme importancia que tiene para el gobierno cubano negociar un acuerdo con los EE.UU. que levante las restricciones a los llamados créditos blandos y absuelva a Cuba de pagar al contado por todo lo que compra en los EE.UU. La otra gran vulnerabilidad del régimen cubano se refiere a la inmigración. Fue con el Mariel en 1980 y cuando el maleconazo en La Habana en 1994 cuando el régimen sufrió sus profundas crisis, y de ahí los esfuerzos del gobierno cubano por convencer al Pentágono y otros sectores del gobierno norteamericano que la inmigración descontrolada es un peligro para los dos países. Este argumento no es enteramente falso, pero una cosa es el impacto que una crisis migratoria tendría para los EE.UU. y otra su posible impacto sobre Cuba y su régimen. Más allá de la centralidad de los temas económicos y migratorios el otro interés del régimen cubano en cualquier negociación con los EE.UU. es buscar una mayor legitimidad internacional, bien al ser reconocido como un par por el gobierno norteamericano o si lograse ser removido de la lista de estados que apoyen el terrorismo. El único logro propagandístico mayor seria si el gobierno norteamericano estuviera dispuesto a intercambiar presos políticos por los espías juzgados y condenados en Miami en junio del 2001. Es muy dudoso que esto último ocurra, y en todo caso hay otros presos condenados en Cuba por espionaje que estarían en alguna lista para ser canjeados.

Visto desde el punto de vista norteamericano la postura negociadora consistiría de varios elementos. El primero estaría relacionado con el espacio de las libertades políticas. Tomando en cuenta las declaraciones del presidente Obama y de la Secretaria de Estado Hillary Clinton citadas anteriormente podemos suponer que el establecimiento de la democracia en la Isla seria más bien un objetivo último. En términos más concretos el gobierno norteamericano seguramente insistirá que el gobierno cubano suspenda su política de utilizar turbas controladas por el Ministerio del Interior para atropellar disidentes y activistas de derechos humanos, libere a los disidentes arrestados y encarcelados sin causa alguna en marzo de 2003, así como de las más de cien personas identificadas por Amnistía Internacional como prisioneros de conciencia, y elimine las restricciones que impidieron que Oswaldo Payá y las Damas de Blanco a Estrasburgo viajaran al exterior para celebrar el XX Aniversario del Premio Sajarov ó que Yoani Sánchez fuera a Madrid para recoger el Premio Ortega y Gasset de Periodismo. Respecto a estos temas la visita del relator de las Naciones Unidas para la Tortura, Manfred Nowak (se supone que visitara Cuba durante el 2009) también dará una buena indicación de si han mejorado las condiciones de los presos en las cárceles cubanas. Por su parte el gobierno de Obama estará revisando los patrones de su política de apoyo a la disidencia y la incipiente sociedad civil cubana. La solidaridad es un una obligación, particularmente de los que tenemos el lujo de vivir en sociedades libres, pero también hay que analizar cuidadosamente cuales son los medios más eficaces para ejercer este derecho y fortalecer a la sociedad civil. En un segundo orden estarían las propuestas para facilitar los intercambios y la comunicación entre las dos sociedades, incluyendo la promoción de intercambios académicos, la ampliación del espacio informativo y del acceso a la Internet. Es muy probable que bajo este último concepto la administración norteamericana ponga sobre la mesa una oferta de otorgar licencias a empresas de telecomunicaciones norteamericanas para proveer banda ancha en Cuba, aunque esto evidentemente no resolvería directamente el problema de los controles y la censura que el gobierno cubano lleva ya tiempo aplicando sobre el Internet. El tercer rubro seria el económico y aquí la negociación se centraría en cuales seria las contrapartidas de levantar las restricciones a los viajes turísticos, el tema de los créditos blandos, y la ampliación del comercio con la Isla.

En resumidas cuentas se puede afirmar que será bastante fácil levantar las restricciones a las remesas y los viajes familiares (de hecho lo hizo el Congreso norteamericano en marzo 2009), pero bastante más complicado el levantamiento del embargo. No sólo porque la Ley Helms-Burton que lo sustenta deberá ser abrogada por el Congreso norteamericano, sino porque suavizar y eventualmente levantarlo dependerá de si La Habana responde con gestos positivos. Puede ser que Raúl Castro este a la altura de la situación y que los dos gobiernos sean capaces de aprovechar la oportunidad para cambiar el tenor de las relaciones entre su dos países. Teniendo en cuenta los desafíos que enfrenta el gobierno cubano y lo cómodo que le resulta el embargo, La Habana puede resultar un socio bastante más recalcitrante de lo que se supone o se espera.

  1. Un Fidel Castro recalcitrante estuvo muy vigilante ante un proceso que generó una curiosa alianza entre inversores extranjeros y una elite empresarial proto-capitalista sacada de la estructura militar cubana.
  2. Ver mi artículo “Can Cuba Change? Tensions in the Regime”, en Journal of Democracy, enero, 2009.
  3. Un debate de la evolución de la política de la Unión Europea aparece en Paul Hare, “The Odd Couple: The EU and Cuba 1996-2008”. (http://www.brookings.edu/papers/2008/09_cuba_hare.aspx?p=1)
  4. http://www.dni.gov/nic/PDF_2025/2025_Global_Trends_Final_Report.pdf
  5. Reuters, 18 de noviembre, 2008.
  6. Hu Jintao ha visitado La Habana en tres ocasiones. La primera, en 1997, como miembro del Comité Permanente del Buró Político del Partido Comunista Chino.
  7. Granma, 1 de enero, 2009, p. 15. El portal del Ministerio de Asuntos Exteriores Chino señala: “China y Cuba se ayudan y apoyan mutuamente. China siempre ha apoyado al pueblo cubano en su defensa de la soberanía nacional y se opone al bloqueo impuesto por EE. UU. Cuba le ha prestado a China… apoyo activo en temas como los derechos humanos, Taiwán y Tibet”.
  8. Miami Herald, 7 de febrero, 2008.
  9. Pinon, Jorge; Cuba FACTS, n.º 34, agosto, 2007.
  10. Reuters, 21 de julio, 2008.
  11. Fidel Castro en 2007.
  12. Un debate muy útil aparece en El País, 7 de agosto, 2008.
  13. Los presidentes de Colombia, El Salvador y Perú no asistieron y en su lugar enviaron a representantes de menor nivel.
  14. Monreal, Pedro; “El problema económico de Cuba”, en Espacio Laical, n.º 2, 2008, pp. 33-35., en http://www.espaciolaical.net/contents/14/3335.pdf
  15. Ver Fred Hiatt, “The Power of the Ballot,” Washington Post (19 de enero de 2009) y Peter Baker “Quieter Approach to Spreading Democracy Abroad,” New York Times (22 de febrero de 2009) para analisis del debates. Entre los participantes en el debate estan Thomas Carothers (“Does Democracy Promotion Have a Future? en Journal of Democracy), Daniel Deubney y G John Ikenberry (“The Myth of the Autocratic Revival. Why Liberal Democracy Will Prevail” en Foreign Affairs, y Charles Charles Kupchan y Adam Mount (“The Autonomy Rule” en Democracy – A Journal of Ideas).
  16. US News & World Report, 5 de diciembre de 2008.
  17. Ver su entrevista con Univision del 18 de enero de 2009.
  18. Para el texto ver http://obamacuba.blogspot.com (15 de febrero de 2009).
  19. Ver entrevista en Granma, 5 de enero, 2009.
  20. Ver Granma, 23 y 30 de enero, 2009. En la primera reflexión Fidel Castro habla de “el rostro inteligente y noble del primer presidente negro de Estados Unidos”. En la segunda, se refiere a los comentarios de Obama sobre los elementos que tendrá en consideración antes de devolver la base de Guantánamo como “un acto de soberbia y un abuso de su inmenso poder”.
  21. http://www.yahoo.com/s/ap/20090120/ap_on_go_pr_wh/inauguration_obama_text

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