El problema de Kosovo. Un problema de contenido más que de formas

5/4/09 Juan

Holaaa esta es la primera entrada y ya publiqué como comentario al artículo de Javi, pero creo interesante plantear un par de cosillas del tema de Kosovo que va más allá del error diplomático del gobierno y que afecta a su contenido. Algo que alcanza a la naturaleza de nuestra política exterior y la formación de nuestros diplomáticos.

Quizá el caso de Kosovo no es sino el síntoma de que algo no funciona en nuestra política exterior y en nuestra diplomacia. Algo que va más allá del partido que está en el gobierno.He cambiado de opinión sobre el tema desde que analicé la cuestión por primera vez.En un primer momento defendí el hecho de que España no debía reconocer esa independencia. No es ninguna tontería pensar que la independencia no es sino la constatación de un fracaso. El de la operación de 1999 y el de la construcción de la democracia en el protectorado que se estableció y que no ha conseguido cumplir con los objetivos que inicialmente plantearon las potencias intervinientes. Garantizar la independencia serbia fue uno de ellos.Por eso la solución por la que se optó no fue buena, pero la pregunta es ¿Cabía alguna otra? ¿Alguién realmente piensa que después de la limpieza étnica el ejército serbio puede volver a su antigua provincia?

En el caso de Kosovo existen dos problemas. 1- El problema internacional, referido a la división creada entre las democracias occidentales y las potencias emergentes. No hay más que ver un mapa donde se refleja la situación entre aquellos que han reconocido y aquellos que no han reconocido su independencia.

2- El problema español. Que no es sino una cuestión interna. El orígen, los separatismos que afectan a España. La justificación, en mi opinión un tanto chapucera, la ilegalidad del hecho. Cosa que según mi parecer es lo de menos. Pero el paradigma en el que se encuentra la política exterior española, el liberalismo transnacional, no da para mucho más, no existe otra justificación posible desde su punto de vista para el caso. Parece que incluso los que controlan nuestra política exterior no conocen la existencia de ningún otro. Las relaciones de poder, que son las que explican este caso en concreto quedan fuera. Es un problema además de imágen. ¿Que hace España metida entre todas las dictaduras del globo, cuando países con problemas parecidos como Canadá o Reino Unido no han tenido inconveniente en reconocer esa independencia? ¿Es que acaso España se parece a la serbia que organizó la limpieza étnica?

Quizá sea el momento de iniciar el debate y plantear que nuestra política exterior y nuestra diplomacia debe ir más allá de considerar la legalidad o la ilegalidad de los actos. Creo que ésta es la primera cuestión que nos afecta respecto del asunto de Kosovo.

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