Madrid.- El pasado miércoles 16 de diciembre, tuvimos ocasión de reunirnos para debatir acerca de los retos y desafíos que tiene la comunidad internacional en Afganistán. Para David Cantalapiedra existe una amenaza importante en este país ya que de su futuro depende el orden y la estabilidad internacional del siglo XXI.
El fracaso en Afganistán supondría: primero, la propagación del ideario de Al Qaeda cuando, en momentos de relativa debilidad y fatiga, busca Estados frágiles como Yemen, Níger, Mali y Somalia; segundo, la visión de derrota en Asia Central y el debilitamiento de la posición de EE UU en la zona frente a Rusia y China (e Irán); y tercero, un daño casi definitivo a las relaciones transatlánticas y a su principal instrumento, la OTAN, ya de por sí heridas por el uso indiscriminado de la crisis de Irak por parte de sectores políticos, tanto en EE UU como en Europa, y la percepción de un declive estadounidense irreparable, azotado por la crisis económica actual. A la larga podría suponer la desestabilización de Pakistán, una probable vuelta a la reactivación del conflicto de Cachemira y la posibilidad de un enfrentamiento armado con India.
La conclusión a la que se llegó es que en Afganistán se dispone de la estrategia correcta, pero faltan los medios y sobre todo la voluntad política de afrontar su significado, tanto en Washington como en las capitales europeas. Sobre todo en estas últimas ya que el riesgo de bajas en sus filas crea rechazo en sus opiniones públicas. Europa necesitaría implicarse mucho más.
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