Washington, D.C.- No hubo un ápice de gratuidad en la hora y media de exposición de Koldo Echebarría, Gerente y Oficial de la Oficina de Planificación Estratégica y Efectividad en el Desarrollo del BID. El mix de su experiencia como profesor y practitioner curtido se traduce en un discurso claro, lleno de contenido y con los pies en la tierra. Su presentación se centró el miércoles pasado en el tema sobre el que está escribiendo un artículo: el papel del Estado después de la crisis.
«La primera cosa que está clara es que ni hay consenso ni lo hubo antes de la crisis sobre cual es el modelo ideal de Estado para el éxito económico de un país”. El Washington consensus fue lo más parecido a un acuerdo en este tema, pero ni siquiera está claro quien llevó a cabo sus premisas plenamente y las crisis de los noventa arruinaron su fama. Analizando el continuo de opciones existente hay que concluir que no hay una correlación entre el tamaño del Estado y bienestar económico. A ambos lados del espectro estarían Suecia y Australia y entremedias otros como España. Así que no se trata del tamaño, sino de cómo funcione el Estado. Es más, el verdadero quid de la cuestión gira en torno a las instituciones. Sin embargo este nivel de análisis, que es más sofisticado, nos es menos conocido. No sabemos como construir buenas instituciones.
El impacto de la crisis no ha hecho más que empezar, pero el tema central es la consolidación de los países emergentes, con sus implicaciones hacia el modelo de Estado. El éxito de los BRICS, el ascenso de empresas públicas y semipúblicas y el poder de los fondos soberanos, entre otros, ponen en duda paradigmas económicos esenciales que han sido base para la concepción de la cooperación al desarrollo. Un sistema político democrático no garantiza mayor seguridad ni mayor crecimiento económico. Un mercado libre de intervención tampoco es sinónimo de éxito. Es difícil inclinarse por un sistema u otro en base a los resultados económicos. Claro que a la hora de apostar por India u China muchos creen que la primera tendría ventaja a la hora de enfrentarse a cambios abruptos o crisis acentuadas; siguiendo esta tesis, tener instituciones más flexibles otorga una mayor capacidad de resolver problemas distributivos y de dar salida a conflictos internos.
La capacidad de resolver problemas distributivos es una de las claves con las que Koldo Echebarría define la salud de un modelo de Estado. El gran problema del Estado del Bienestar en Europa es que ha creado tal acervo de expectativas y entitlements que los gobiernos tienen pocas herramientas para actuar en crisis como la actual. Tal vez esa sea la clave de porqué regiones como América Latina y Asia se están viendo menos afectadas por la crisis. De hecho, la idea de que los países desarrollados tengan mejor gobernanza no es cierta. Esto se hace evidente en muchos países de América Latina –tal vez como consecuencia de la década de crisis pasada. Koldo comparaba como en Chile las expectativas de crecimiento las establece un grupo independiente de expertos, mientras que en España es el propio Estado. Dado el impacto que tienen estas expectativas en la elaboración del presupuesto nacional, un fallo de gobernanza como este no es irrisorio. A fin de cuentas, la capacidad de un gobierno para resolver problemas distributivos tiene un efecto directo en los mercados. Si los mercados internacionales castigan a España de forma especialmente dura es por el análisis político que se hace. La pregunta del millón de dólares es ¿cómo mejoramos nuestras instituciones?