El pasado lunes 24 de octubre, el foro en Madrid contó con la participación de Irune AguirrezabalQuijera, Delegada del Gobierno Vasco, para hablar sobre la situación política en el País Vasco cuando nos acercamos al fin de ETA. El espacio se reveló como una oportunidad más que propicia para hablar sobre la evolución de la situación y el nuevo escenario tras la conferencia de paz organizada el 17 de octubre en San Sebastián y el comunicado de ETA el 20 de octubre anunciando el cese definitivo de la violencia.
La ponente comenzó constatando que durante décadas, Euskadi ha vivido en una democracia amputada y sin libertad plena, donde se ha causado mucho dolor y los no nacionalistas (incluyendo no sólo personas que desempeñaban cargos públicos sino también periodistas, jueces, fiscales, intelectuales), así como fuerzas y cuerpos de la seguridad, han sido blanco de la banda terrorista, lo que ha generado una desigualdad política. Frente a esta situación, durante demasiado tiempo ha habido un silencio apabullante y a menudo cómplice por parte de muchos, y una convivencia malsana. Han sido las víctimas quienes han recuperado la dignidad de una sociedad enferma, ocupando el espacio público y ofreciendo resistencia frente al terror de los totalitarios.
La reacción ante el comunicado ha sido de satisfacción contenida, tras el sentimiento amargo que dejó la ruptura de la anterior tregua con el atentado en la T4. ¿Cómo se ha llegado a esta situación? En primer lugar, gracias a la colaboración policial y judicial (tanto a nivel nacional como con otros países) que ha logrado un rotundo éxito con detenciones de sucesivas cúpulas de ETA. En segundo lugar, el punto de inflexión que supuso el 11-S y el 11-M en la percepción internacional sobre la banda que junto a otros hechos hacían inverosímil la versión de la situación política de Euskadi que ofrecía el mundo batasuno en el exterior: el estremecedor secuestro y posterior asesinato de Miguel Ángel Blanco en 1997, ante el cual la ciudadanía salió en masa a la calle y las víctimas tomaron las plazas que hasta ahora habían ocupado grupos afines a ETA; la maniobra nacionalista para alcanzar el pacto de Lizarra y su posterior ruptura; la aprobación de la Ley de Partidos en 2002 que permitió la ilegalización y liquidación del patrimonio del mundo de HB; y la ratificación de esas decisiones por el Tribunal Europeo de Derechos Humanos en 2009. Todo lo cual fue generando un movimiento interno en el mundo de HB de desistimiento de la vía armada, ante el desequilibrio entre atentados y detenciones, lo que les hizo concluir en la imposibilidad de alcanzar sus objetivos políticos por esa vía.
¿Próximos pasos? Con el objetivo de avanzar en la consolidación de la paz, la libertad, y la convivencia democrática, el Lehendakari presentó en septiembre de 2011 un decálogo para la unidad, la convivencia y la concordia. El Gobierno vasco lleva toda la legislatura trabajando en la elaboración y desarrollo de un plan de convivencia y de derechos humanos, ya que ése es el mayor reto de la sociedad vasca. Las víctimas tendrán un papel crucial (según datos de Gesto por la Paz, hay más de 125.000 desplazados por la violencia; 40.000 amenazados; y 2.000 personas con escolta), como depositarias de la memoria, por lo que se crea el Instituto de la memoria y la tolerancia (ya recogido en la reciente Ley de Protección de reconocimiento y protección integral de Víctimas del Terrorismo, aprobada en septiembre de 2011). Entretanto, la izquierda abertzale (ya en las instituciones municipales y forales, y pronto en las Cortes Generales) ha avanzado sin pausa sus expectativas de ‘generosidad’ del Estado, que fundamentalmente significa cambios en la política penitenciaria. El Gobierno central ha sido firme, las decisiones las deberá tomar el próximo gobierno, pero apela a la legislación que es la que marca los límites. La ponente se mostró esperanzada con que se garantice un proceso justo. No podemos predicar en el exterior que la justicia y la paz vayan de la mano, y creer que aquí puede haber atajos.
Finalmente, la ponente concluyó que en Euskadi se abre una etapa nueva, llena de esperanza, pero con un mapa político muy complicado, con un PNV en serias dificultades ante la entrada de Bildu en las instituciones, y que debe sopesar con gran responsabilidad su próxima orientación. Es la hora de la responsabilidad política para todos.
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