Antón Costas : ‘El Euro: un error inevitable’

Washington, D.C.- Antón Costas, Catedrático de Economía Aplicada de la Universidad de Barcelona, presentó ayer un futuro borrascoso para el Euro y un diagnóstico esperanzador sobre la economía española. Eran dos los temas de fondo que subyacían al titulo de la charla. ¿Porqué los economistas norteamericanos siempre han percibido el Euro como un gran error? ¿La salida de la crisis en Europa pasará por acercarnos al modelo de federación?

El gran problema al que se enfrenta España es el volumen y la composición de la deuda privada. La mayor parte de la deuda está en manos de las corporaciones no financieras, que es un caso singular y del que sabemos poco a nivel macroeconómico. La receta clásica ante una crisis como la que vive España consistiría en combinar medidas de austeridad (aumentando la credibilidad de los mercados y reduciendo el gasto), devaluación monetaria (abriendo una ventana para el crecimiento), y reformas estructurales (para aumentar la competitividad a medio y largo plazo). Sin la posibilidad de devaluar, estamos en manos de las instituciones europeas. Lo cual nos lleva al problema del Euro.

El Euro en estos momentos actúa como una camisa de fuerza para las economías europeas en crisis. “Nadie piensa en lo impensable”, decía Antón Costas, “pero si las cosas no se hacen bien, el Euro puede caer”. El Euro no cuenta con herramientas para hacer frente a una crisis. No hay un banco central ni un tesoro que actúe como prestamista de ultima instancia. ¿Porqué? Tal vez porque los arquitectos del Euro no lo quisieron, como indica la historia monetaria de este proyecto. El Euro surgió como herramienta para un mercado interior común, no para la unión política. Su función era proporcionar estabilidad cambiaria. Se diseñó en 1991 para sustituir a la “serpiente monetaria europea”, que a su vez había sido creada en 1972 tras la quiebra del sistema Bretton Woods y del patrón oro. Sobre la debilidad institucional del Euro pesa la percepción germánica –no solo de Alemania sino también de Finlandia, Austria y Holanda– de que la culpa de la crisis la tienen los gobiernos despilfarradores del sur (los PIIGS) y sus indisciplinadas poblaciones.

España está haciendo recortes e implementando reformas en los últimos meses. ¿Qué más se puede hacer? La reforma laboral no es una panacea universal. La gran reforma que necesitamos es la reforma empresarial. La productividad media de las empresas españolas es muy baja, especialmente en comparación con Alemania. Pero si distinguimos entre la productividad de las empresas por su tamaño, las grandes empresas españolas son más productivas que las grandes empresas alemanas. El problema es que la mayoría de las empresas españolas son pequeñas y microempresas, entre otras cosas porque las políticas están diseñadas para favorecerlas. No está claro que estas políticas fomenten la creación de empresas, pero tienen un efecto perverso y es que copan las ambiciones de crecimiento. No ayuda la cultura moral empresarial, ni que el 63% de los jóvenes entre 18 y 33 años vivan en casa de sus padres.

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