Washington, D.C.- Los eventos de este verano en Ucrania tienen que entenderse en el contexto de la evolución histórica. Carlos Franganillo, corresponsal de TVE en Washington desde 2014, estuvo en Zorba para proporcionarnos ese contexto. En 2011, Carlos fue designado corresponsal de los servicios informativos de RTVE en Moscú, desde donde llego a cubrir la Crisis de Crimea de 2014.
¿Cómo se entiende que lo que empezó como una manifestación política se haya convertido en 6 meses en una guerra civil de baja intensidad? En realidad se ha tratado de una crisis pluridimensional gestada a lo largo de los años. Existía una fuerte crisis social en parte porque el alto nivel educativo chocaba con la falta de oportunidades, y en parte por el profundo desengaño con la clase política. Esta clase política, dominada por menos de una decena de oligarcas, se encontraba en tensión por zonas de control. Subyacía además una crisis histórica e identitaria: un país de fronteras recientes y débiles, con influencia por un lado de Polonia y por otro de Rusia, incluida la influencia lingüística, décadas de gobierno soviético, durante las que se persiguió el nacionalismo ucraniano. Crimea además era importante para Rusia geoestratégicamente ya que representaba la principal vía para proyectar fuerza naval en el Mediterráneo; no hay que olvidar que Crimea había sido ruso y pasó a formar parte de lo que se convertiría en Ucrania como regalo que Krushev hizo todavía en el contexto de la URSS. Finalmente, las negociaciones para firmar un acuerdo comercial entre la UE y Ucrania sirvieron de polvorín para que estallase la crisis. “Ni la UE ni Rusia han querido ceder”.
Se pueden distinguir tres fases en los acontecimientos de los últimos meses en Ucrania. La primera comienza en noviembre de 2013, con la renuncia de Yanukovich a firmar el acuerdo con la UE que desencadena las protestas de la oposición en la calle. “Este fue el principio de una cadena de errores”. Yanukovich no quiso negociar; la UE apoyaba a la oposición abiertamente; Rusia apoyaba al gobierno económicamente. La degradación paulatina desembocó en la radicalización de las protestas que a su vez toparon con una respuesta violenta de las fuerzas de seguridad. A finales de febrero se firma un acuerdo entre el Gobierno, la oposición y 3 ministros de la UE para poner fin a la crisis, incluyendo un plan de elecciones, pero los grupos en la calle se habían vuelto muy agresivos. La violencia estalla, la policía se retira y el presidente sale del país. El presidente del parlamento renuncia. La oposición toma control de la cámara y empieza a cambiar el país a golpe de decreto con medidas que alimentaban el miedo de la población filo-rusa (incluso se trató de penalizar el uso del ruso).
Se pasa así a la segunda fase de la crisis, centrada en Crimea, donde gran parte de la población es de origen ruso. Las fuerzas especiales rusas van tomando posesión mientras en Kiev predomina el caos. Van apareciendo militares sin distintivos, pero con poco afán de disimular su procedencia. Se realiza un referéndum exprés que resulta en la anexión de facto. La tercera fase se centra en el este, donde se difunde un espíritu “anti-Maidan” y abunda la propaganda rusa que caracteriza al gobierno de Kiev como neo-nazi. A día de hoy sigue habiendo zonas fuera de control del gobierno y la situación tiene difícil solución. “Se han abierto heridas muy difíciles de cerrar”.
Gran periodista, muy bien explicado el conflicto.