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El subcontinente americano presenta por un lado, retos de suministro –se calcula que entorno al 20% de la población en esta región no tiene acceso a la energía eléctrica–, y por otro, oportunidades inmensas y gigantes energéticos como Brasil y Venezuela. En términos globales, ALC puede considerarse autosuficiente a nivel energético. Existen zonas exportadoras de energía (productores de petróleo y gas), como México, parte del Caribe (Trinidad y Tobago, especialmente), la zona andina (Ecuador, Venezuela, Bolivia, Colombia y Perú) y Argentina, y zonas importadoras (dependientes de fuentes de energía externas), como Chile, Paraguay, Uruguay, Brasil, gran parte del Caribe y Centroamérica.
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A partir de 2004, a raíz del incremento del precio del petróleo, surgió una ola de nacionalismo energético, tanto en los países productores como en los consumidores. Algunos países como Estados Unidos perciben como una amenaza el auge del nacionalismo energético en la región. Si bien el nacionalismo energético no es ajeno a la mayoría de los países, hay casos en los que las políticas intervencionistas acaban perjudicando no sólo la influencia de empresas extranjeras, sino también la gestión de los recursos energéticos. Claro que la intervención estatal de por sí no tiene porqué ser negativa y además muchas veces persigue objetivos legítimos, pero la mayoría de las veces el experimento sale rana. Hablando de “campeones nacionales”, Isbell comparó los casos de PDVSA y PETROBRAS, ejemplos de mala y buena gestión respectivamente. En el caso de Venezuela, es llamativo como la producción total esté en declive, y eso que no es por falta de recursos geológicos.
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En cuanto al cambio climático, Paul Isbell nos recordó que a pesar de que América Latina no haya contribuido tanto al problema –mejor dicho, no por consumo o producción energética, aunque sí por deforestación y prácticas de agricultura–, se va a ver muy afectada. El impacto del cambio climático sobre las cuencas hidrológicas está teniendo ya un impacto claro y podría ser devastador para la energía hidroeléctrica, (que provee cerca del 70% del mix eléctrico en América Latina, incluso más del 80% en Brasil).
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Antes de acabar, Isbell remarcó dos temas claves a tener en cuenta en cualquier discusión sobre energía: el impacto del cambio climático y la necesidad de diversificar fuentes de energía.
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